Wednesday, November 28, 2007

MIS PROBLEMAS CON ABBAS KIAROSTAMI (suene el Carmina Burana de fondo)


Todo comenzó un frío día de invierno en Berlín. Estaba consultando una guía de los eventos culturales del día cuando vi que en una academia de arte cerca de donde yo vivía iban a entregarle un premio al director iraní Abbas Kiarostami. El miguelcrockett malo se apareció sobre mi hombro y me dijo: "¡No vayas!Nunca has visto una película suya, quédate en casa refugiándote del crudo invierno". Pero el muy ladino disfrazose de miguelcrockett bueno y apareció sobre mi otro hombro, diciéndome "¡Acércate a la Academia esa! ¡Seguro que dan galletitas saladas!" Así, bajo la promesa de un snack barato, me acerqué a la entrega de premios...
El afamado director iraní intentando chorarle una figurita de los veinte durosa Martin Scorsese, quien sonríe con cara de circunstancias

Al principio la cosa pintaba bien: había sillas suficientes para todos y por el rabillo del ojo podía ver cerveza y palitos crujientes que nos esperaban. Todo perfecto. Presentan al bueno de Abbas, le hacen la pelota un poco... Hasta ahí normal. Pero hete aquí que el buen Dios (sea el que sea) decidió castigarme por haber entrado en este templo de culturetismo extremo: para conmemorar la ocasión, el señor Kiarostami va a presentarnos en exclusiva cinco cortos:

Traen el proyector. Comienza el primero de ellos. Se ven unas olas llegando a la playa. las olas mueven una especie de rama de madera. Las olas mueven la rama. Hacia adelante. Hacia atrás. Las olas vienen lentamente y mueven la rama hacia adelante. Las olas se van lentamente y mueven la rama hacia atrás. Adelante. Atrás. Lentamente. Durante ¡¡¡CINCO PUTOS MINUTOS!!! En este momento ya no sabía si reírme o levantarme en plan psicótico gritando :¿¡pero es que no estáis viendo que esto es una puta mierda!? Bien sea por la complejidad de la gramática teutona, bien por la cara de poker del resto de la gente, me quedé tranquilito en mi silla repitiendo mentalmente un mantra tibetano que decía "Galletitas saladas....galletitas saladas..." , meciéndome en mi silla con los ojos cerrados. Por suerte y aunque parezca increíble, el buen Dios decidió que ya me había castigado bastante y mandó un invisible rayo vengador que jodió el proyector, con lo que el señor Kiarostami subió con las orejas gachas a recoger su premio y a que lo consolaran haciéndole un poco más la pelota... Sí amigos, al final conseguí una cerveza gratis y unos palitos crujientes, pero a qué precio...

Única persona en el mundo, incluyendo a Abbas Kiarostami, que ha visto enteros los cinco cortos